Salir del túnel



Es curioso cómo a menudo recurro a la metáfora del tren para compararlo con la vida. Una vez que arranca se ven paisajes (las vidas de los demás), se ve a gente (a la que, aunque lleguemos a entablar algún tipo de contacto con ellos, no llegamos a conocer), y se visitan lugares (a los que vamos por algún motivo, trabajo, disfrute, familia...).
Un tren también nos hace pasar por estados de ánimo: las montañas son desequilibrios en la superficie de nuestra existencia, y cuando hemos de pasar por una de ellas, el túnel nos ciega, no podemos ver el horizonte, ni a otros viajeros, ni tan siquiera a nosotros mismos. Pero todo túnel tiene un final, y siempre, siempre, hay una salida, y la luz vuelve a mostrarnos el camino que, lo queramos o no, hemos de seguir.
A veces, al salir de un túnel, el paisaje ha cambiado. El cambio es necesario en ciertos momentos de nuestra vida. Se dejan atrás cosas y se encuentran otras nuevas. Hay que dejar pasar cuando llega el momento. Y hay que abrir el corazón a lo que se te presenta en esta nueva etapa de la vida.

Bienvenida, bienvenido, a mi tren. Hoy es el día 1 de mi nueva etapa. Gracias por acompañarme.
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